Hugo Sconochini y el oro: “Fue normal que ese equipo llegara a un objetivo grande”

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Hugo Sconochini fue uno de los valores importantes de la Generación Dorada. Desde adentro de la cancha, pero también con su importancia afuera, fue clave para lograr el oro en Atenas 2004.

-Vos te habías ido de la selección en 2002 y volvés en 2004, ¿por qué se da?

. Recibí muchísimos mensajes de parte de mis compañeros, de Rubén, del cuerpo técnico, que faltaba un paso más para retirarme. Después de Indianápolis me desilusioné por el resultado, pero como que terminó mal con lo que pasó con los árbitros y todo eso. Entonces mi decisión no tenía vuelta atrás. Pero me convencieron y estoy muy agradecido porque pasé de los momentos más lindos de mi vida.

-Cuando vuelven de Neuquén te fui a ver a Aeroparque y fuiste el primero, si no el único, que dijo que iban por el podio al Mundial. Todos decían que querían estar entre los 6 primeros.

. Sin que parezca una falsa humildad, antes que ellos yo había jugado en equipos importantes, con figuras y con tipos que llegaron a objetivos que cuando se planteaban a principio de año nos decían ‘pará un poco’. Y yo en ese equipo vi las mismas características de esos equipos europeos de alto nivel. Entonces me pareció normal que ese equipo llegara a un objetivo grande. Lo pensaba en ese momento y se dio así.

-De la misma manera, siendo que para 2004 había varias figuras argentinas en Europa, ¿vos ya considerabas que la medalla de oro era posible, o lo del 2002 había sido quizás demasiado?

. Demasiado no, era un equipo bueno. Después ganar es otra cosa, es poner en línea muchísimos detalles que a veces no se pueden poner y uno llega segundo, tercero, cuarto. Eso no quita valor al equipo. Ese equipo tenía la chapa para llegar a la final y decir lo que necesitaba decir. No se si era una medalla olímpica por cómo había ido el Preolímpico, que fue muy duro, malísimo, con poca química, pero al final ese equipo no es solo técnico, físico, es también muy mental. La relación entre todos es una relación que va más allá del simple ‘somos compañeros de equipo’.

-¿Te acordás cuando se enteraron que iban a debutar con Serbia y Montenegro?

. No, pero la vida te da siempre segundas posibilidades. Y no fue la primera que me ocurrió, fue una de las tantas. Es volver a empezar con el equipo que nos sacó, de alguna manera, el poder ser campeones del mundo, era una posibilidad linda.

-¿Y qué significaba para ustedes? Porque hablando con Dejan Bodiroga me dijo que los tenían muy en consideración.

. Nosotros les habíamos hecho mal dos años antes, entonces nos empezaron a mirar con otros ojos. Yugoslavia dominó durante años, sacando a Estados Unidos, de manera increíble. Y cunado un equipo de Sudamérica lo agarra a cachetadas y a dos minutos del final está 8 arriba, dos años te encontrás a ese mismo equipo y ese recuerdo está debajo de la piel, ‘estos chicos nos  hicieron mal técnicamente y nos dieron un millón de cachetadas’, entonces la consideración era justa.

-¿Y para ustedes era una venganza?

. Era una revancha, seguro. Como perdimos el Mundial fue la nafta que nos alimentó para seguir luchando. A lo mejor la victoria del Mundial hubiera dejado a todos contentos con el resultado histórico. Pero algo nos faltaba.

-Quizás le hubiera dado combustible a Serbia para ese partido.

. Digamos que Serbia, respecto a Argentina, jugó miles de esas instancias, nosotros no tuvimos tantas posibilidades de llegar y jugar por algo tan importante muchas veces. Perdí muchas más veces de las que gané, y en momentos muy importantes, con equipos muy importantes. Nosotros tuvimos un porcentaje muy alto, llegamos y jugamos Mundial y Juego Olímpico y nos llevamos una victoria y un segundo puesto, el porcentaje de gloria fue increíble. Antes de ganar algo en Europa pasaron años de perder.

-¿Qué te acordás de ese primer partido?

. Muy luchado, muy trabado, nosotros con un poco de miedo, no nos sentíamos libres. Y después me acuerdo la montaña humana que se le tiró arriba a Manu.

– Cuando es la falta sobre Tomasevic, ¿pensaste que ya se les había ido?

. Yo había jugado con Tomasevic, no era un super tirador. Después hay que ir ahí y meterla. La Generación Dorada tenía algo más allá del simple equipo completo técnicamente y tácticamente. Así que llegar ahí y luchar de nuevo y pelear por algo, no pensé que se nos iba a ir. En ese momento no razonás tanto, vivís el momento y jugás pelota por pelota, tratás de llegar al final haciendo las elecciones mejores.

-¿Qué te acordás de la secuencia de esa acción?

. Me acuerdo el Puma iluminado porque la mete en el piso, levanta la cabeza y hace un pase dificil a Manu en mitad de cancha. Si hace un pique más lo perdíamos. Fue una lectura perfecta y un pase justo y el otro marciano hace lo que hizo, por que el otro es un marciano.

– Vos ya lo conocías, viviste su irrupción en la Virtus. Obviamente se habla de un toque de suerte por el retiro de Danilovic…

. Manu hubiera sido Manu igual. Danilovic era un personaje que ocupaba mucho lugar, le gustaba en el equipo donde estaba ser el rey absoluto, y tenías que pedir permiso para hacer algo. No creo que haya sido suerte que Danilovic se haya retirado, podrían haber jugado con Manu, Jaric, Rigodeau, yo. Pero se retira y Manu se vuelve rey absoluto de Bolonia. Danilovic intentó hacer la pretemporada y cuando se dio cuenta que faltaba mucho para terminar el año y los dolores ya le habían aparecido, lo decidió. Y me lo dijo en la presentación del equipo, estábamos sentados en el vestuario y me dice ‘yo me retiro, no juego más’. Hacen la presentación y a la semana lo anunció.

-¿Tenés la sensación de qué les pasó cuando ganan ese partido?

. Esa victoria te saca peso y te da confianza. Llegábamos con un Preolímpico muy malo y con muchas dudas, encima no nos tocó cualquiera, nos tocó el verdugo que nos hizo vivir malos momentos en el Mundial. Llegar al final del partido, ganaste un partido muy peleado, te saca un peso de los hombros increíble y te hace volver a soñar y poner en la balanza lo que fue ese equipo realmente, porque muchas veces la cabeza te hace bromas muy pesadas. Cada uno de nosotros se construye fantasmas y obstáculos cuando a veces no son así. Y ese Preolímpico nos sacó muchísima confianza.

-Sos el capitán, te toca no solo liderar, sino hacerlos olvidar de ese Preolímpico.

. No, el capitán es necesario cuando tenés 10 compañeros que están todos locos, que no tienen idea qué dirección agarrar, cada uno piensa por su lado. Este equipo era un relojito, era perfecto, nunca una coma fuera de lugar. Le gustaba las piñas, pero es una característica reconocida a la Generación Dorada y no era una cosa para ordenar. Cuando me dicen capitán, es un rol necesario porque tiene que haber uno, pero nunca necesitó una guía.

-Le ganan a Serbia y pierden con España, que fue siempre su verdugo.

. España siempre fue el equipo que nos mató siempre. No nos emparejábamos bien con ellos. Después lo demostró unos años después con un talento impresionante.

-¿La confianza que les dio Serbia, no se las sacaba España en el torneo?

. No, porque empezás a hacer cuentas y sabés que tenés otras posibilidades. El partido a ganar era el primero, el segundo con España sabíamos que podíamos perder. Pero una victoria con Serbia. No cambio una por otra porque emocionalmente psicológicamente fue sacarnos un peso enorme y la derrota contra España no nos marcó. La otra del Mundial nos marcó y nos dejó heridos. Encontrar una solución a eso, y decir ‘somos buenos, les podemos ganar’.

-Para cerrar la fase se enfrentan con Italia, partido feo que se define en la última con Delfino errando en el cierre. Mi recuerdo al cierre de la primera fase era que no se había jugado tan bien hasta ese momento.

. Es que es muy difícil jugar bien cuando el nivel es muy alto. Pasa muy pocas veces que un equipo juegue lindo y gane, un equipo es bueno cuando juega mal y gana, cuando no demuestra todo su poder y de alguna manera encuentra una solución para llegar al final. Eso quiere decir que tácticamente sabe jugar. Jugar lindo y que los otros te ganen no tiene sentido. Nosotros no jugamos bien en los Juegos Olímpicos.

-¿En el 2004 eran un poco la Yugoslavia de los 90 en ese sentido?

. Puede ser. Un equipo tremendo ese, me tocó jugar muchas temporadas con equipos de mucho nivel y la mayor parte de las veces el equipo no jugaba bien. Muchos viajes, muchos partidos en Europa, volvías y de alguna manera terminabas arreglando un partido que se había complicado, pero al final ganabas. Y es una característica que un equipo tiene que tener, no jugar lindo pero al final del partido mirar para arriba y estar ganando.

– Mirando esos Juegos Olímpicos se puede decir que a Argentina se le presentaron todas las dificultades posibles, arrancando con el debut con Serbia, seguir con España, terminar con Italia que estaba muy bien. Y que te toque Grecia en Atenas no se podía decir que fuera suerte.

. Encima el Oaka con 22 mil griegos colgados del alambre… duro. Haber jugado ahí ayudaba porque ya reconocía el ambiente y veía lo que pasaba. Es muy distinto cómo el griego interpreta el partido, son muy nacionalistas y querían pasarnos.

– Tiempo después Manu me contaba que miraba a los griegos en el calentamiento y pensaba ‘estos no nos pueden ganar’. ¿Ustedes no estaban cagados?

. Acordate que ese es un marciano (risas). Quien dice que no está cagado está mintiendo. Enfrente de una situación así, las cosquillas en la panza es lo que te mantienen vivo, es normal. Un profesional de alto nivel lo siente, está acostumbrado pero al final tenés ese miedo. Cuando la bola va para arriba te olvidás. Manu tenía razón porque de alguna manera conocía a sus pollos, sus compañeros, y sabía lo que el equipo sentía en ese momento.

– Cuando Rubén lo manda a Walter, ¿dijiste ‘si hace esto estamos mal’ o ‘que valiente’ o ‘que buena idea? Porque no había jugado prácticamente.

. Entiendo perfectamente lo que sentía Walter en ese momento. Es un excelente jugador de básquet, es uno que puede mover el resultado de un partido él solo y creo que pensaba que iba a jugar muchos más minutos, que a lo mejor se los merecía. Después el entrenador piensa de otra manera, ve el equipo de otra manera y piensa que los equilibrios los puede obtener dejando afuera a elementos tan importantes como Walter o Carlitos. Cuando llega ese momento y lo pone, Walter se quería comer el mundo y demostrar a todos que esa elección de dejarlo afuera era equivocada.

-¿Con Grecia si tuviste miedo de perder?

. Es que ningún partido fue fácil. Lo que me enseñó el básquet es que, más allá de jugar no hay que renunciar estando 15 puntos abajo. El partido cambia repentinamente y te puede dar posibilidades. En momentos así te concentrás en lo que hay que hacer.

– En cuanto al desafío emocional, ¿ese fue el peor partido?

. Son momentos. Tampoco podés jugar un partido al 100 por 100 los 40 minutos. La característica de este equipo es que defendía, entonces encontraba la respuesta a un ataque no perfecto pero con una defensa que para hacerle gol tenías que estar dispuesto a llevarte una piña.

– También, salvo Fabricio y el colo, era el primer Juego Olímpico de todos.

. Si, pero ese equipo estaba acostumbrado, con más experiencia. El Juego Olímpico tiene su valor, un campeonato europeo tiene su valor, la NBA lo tiene. Te acostumbrás a enfrentar un momento dificil. Te acostumbrás a jugar competiciones pesadas y te ayuda a resolver.

-¿La situación de Juego Olímpico no lo hace distinto?

. Esa es la vida de un deportista, un profesional.

– Pero en los Juegos Olímpicos convivís con el que vive de una beca y esa por ahí es la mayor diferencia con los profesionales.

. Tampoco podemos prestar tanta atención porque estás concentrado en lo que tenés que hacer, y encima hay un día donde no podés hacer nada. Es concentrado, pero también un Mundial es más concentrado, lo vivís un poco más pesado porque toda la atención está ahí, en cambio en un Juego Olímpico es muy general.

– Cuando les toca volver a enfrentarse a Estados Unidos, ¿realmente ganarle dos veces estaba en la cabeza de uno?

. Ganarle dos veces no creo en la cabeza. Es dificil decir ‘te voy a ganar’, porque no es lo que el otro piensa. Y decir dos veces y ganarle dos veces seguidas…

– Con el tiempo da la sensación que lo que ha cambiado es que ustedes les podían competir físicamente.

. Me acuerdo muy claramente la primera vez que jugamos con ellos y cuando salí a la cancha pensé, ‘no podemos jugar contra estos’. Nosotros íbamos y ellos iban y volvían, esa era la diferencia. De alguna manera nos acomodamos, nos acostumbramos y eso se vio en la cancha. Físicamente ellos no se esperaban que nosotros les metiéramos las manos encima, no se esperaban que los defendiéramos hombre a hombre. El partido fue preparado muy bien sobre las características individuales de cada uno, muy seguido los atacamos con la parte menos hábil del juego de ellos y eso ayuda un poco a que frenen una máquina que iba a 200 por hora.

-¿Qué rol tiene Rubén en ese partido y en línea general?

. Todo, nadie ganó como él. Él es el manifiesto del básquet argentino, es la cara del básquet argentino. Yo lo siento como si fuera un familiar. Me dejó muchas cosas, me enseñó muchas cosas, me hizo ver de manera distinta muchísimas cosas, apreciar, aceptar. Impresionante, tiene un carisma, una luz, que a mi personalmente me marcó, y yo encantado de jugar para él.

– He visto mil veces el contragolpe con el Puma y cada vez que lo veo digo ‘este pibe está loco’.

. No, no estoy loco porque el pase más fácil era a Walter, que venía del otro lado. El problema es que tenía un hombro mal. Yo llego muy mal a los Juegos Olímpicos, me estiré el músculo del hombro y no podía levantar el brazo, entonces la venía picando con la mano derecha, entonces veo que lo tengo que hacer con ese brazo y en ese momento se mueve el defensor y ya no podía usar ese brazo, entonces me vino natural la faja. Y el Puma termina como termina, impresionante, hace los dos pasos y hace el tiro del camarero.

-¿Te fue natural ganarles?

. De natural no hay nada. Hay otras cosas, es siempre un trabajo, una energía que ponés, seguir un objetivo y no siempre será como querés. Costó y quien te dice que es natural, no digo que mienta, pero…

-¿Te das cuenta en el momento que ya tenés la medalla?

. Tuvo mucho que ver Rubén en eso. Nunca nos dejó sentar. En el primer partido con Estados Unidos en la charla todos llevaban una cámara para sacarse fotos, y él nos convenció, ‘hay que creer’. Convenció a un equipo de hacer cosas que no se si estaba tan convencido de hacerlas. Él veía que estaba en condiciones de hacerlas.

– Para ustedes ya la medalla era una locura, ¿pero tuvieron que centrarse para jugar el oro?

. Italia le gana a Lituania, hace una hazaña increíble porque iba a ser el peor rival que nos podía tocar. Ahí la cabeza empezó a decir ‘este partido no se nos puede escapar’ porque, con todo respeto para el equipo italiano, llega ahí medio de rebote, con un poco de suerte, gente que no estaba acostumbrada a jugar a ese nivel. Sabíamos que iba a ser una lucha, pero no se nos podía escapar.

– Pero no tuvieron que hablarlo.

. Ese equipo hablaba muy poco. Cada uno sabía lo que tenía que hacer, sabía el rol, hasta donde podía llegar, sabían comunicarse con el compañero. Rubén marcó la ruta y nosotros seguimos.

– Es curioso porque en el mundo del deporte profesional hay muchos equipos que no tienen líderes y a ese le sobraban.

. Cada uno puso su liderazgo a favor del equipo. Y ese liderazgo muchas veces podía ir más allá del equipo, pero supieron frenar en el momento justo para otros jugadores. Y la elección y juntarse esas situaciones, hizo que el equipo fuera mejor aún.

– ¿La final fue un trámite de alguna manera?

. El problema de ese partido es que a Italia se le pone la etiqueta de equipo que llega a la final ‘sin merecerla’. Si les decías al principio que iban a jugar la final, te miraban a la cara y se reían. Nosotros teníamos ganas de llegar a algo importante. No digo que fue un trámite porque como todos los partidos fueron mochilas. Pero de todos los partidos de dentro afuera era el más abordable.

-¿En qué momento llega el éxtasis? Porque me imagino que es bastante efímero ese pico.

. Eso se vive de una manera de afuera y de otra de adentro. Lo festejás porque llegaste a un objetivo y demostraste ser el mejor de esa competición, tiene un premio para los ojos de todos y en lo personal el decir ‘hice lo que tenía que hacer’, pero estás tan acostumbrado y llegar a momentos altos, donde tenés que aplaudir a veces, que encontrás un equilibrio. No se gana todos los días un Juego Olímpico.

– Lo que vale es el camino.

. Ganar es una consecuencia, es algo que pasa porque construiste algo en el camino. Es un destino natural, llegar hasta el final y jugarte algo importante.

-¿Qué es el oro para vos hoy?

. Es el conocimiento de personas maravillosas que fue el equipo. Como deportista es la coronación a un trabajo que empezó en Neuquén y terminó ahí.

– Hace mucho tiempo no vivís en Argentina. ¿Qué significa para vos Argentina y haberlo coronado con Argentina?

. La selección fue siempre algo muy importante. La camiseta fue algo muy importante, ayudar con un pequeño esfuerzo para que esos colores fueran mejor aún, fue siempre lindo y cuando me tocó lo hice siempre con muchísimas ganas. Muchas veces fui en contra de mis equipos en Europa porque no me dejaban ir y yo pelee porque quería jugar con la camiseta. Ganar con esa camiseta era importante, pero ganar un Sudamericano es lo mismo, lo que cuenta es esa remera y la gente que tenés al lado. Esa gente no juega por dinero, no te paga la selección, jugás por amor a esa bandera. Todavía tiene mucha más fuerza.

-¿Y qué son esos 11 compañeros?

. Hermanos de camiseta. No tenemos la misma madre, pero son como hermanos, los siento como hermanos. Son una cosa muy importante de mi vida y van a estar siempre ahí. No son los recuerdos de los Juegos, es todo el camino que vivimos para llegar hasta ahí, los momentos, las peleas, los viajes, algún drama de algún compañero que fue compartido, es un conjunto de cosas que hace que ese conjunto de personas sea familia.

Fabián García / [email protected]
Enviado especial a Milano, Italia
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