• Las jóvenes jugadoras surgieron de la escuelita de tenis de mesa del merendero “Corazones Felices”.
• Representaron a Córdoba en Mar del Plata y una de ellas, Anahí Pedernera, obtuvo medalla de plata en la competencia individual.
• Una historia de inclusión, oportunidades y mucho esfuerzo.
El deporte social cordobés sigue escribiendo historias. Esta vez, el ejemplo llega desde el barrio Cerro Norte, donde tres jóvenes formadas en una escuelita comunitaria de tenis de mesa dieron un paso enorme y representaron a la provincia en los Juegos Deportivos Nacionales Evita, logrando incluso subirse al podio.
Anahí Pedernera, Jazmín Duarte y Mía Arrieta son vecinas del barrio Cerro Norte, de Córdoba capital, y forman parte de la escuelita de tenis de mesa del merendero “Corazones Felices”, que funciona en la Casa Abierta del sector. Allí comenzaron a entrenar de la mano de Adrián Ruggieri, su profesor y referente, que desde hace años impulsa el deporte como herramienta de contención y desarrollo en la zona.

Ese espacio deportivo y social forma parte de programas socioeducativos del Gobierno de la Provincia de Córdoba, que busca ofrecer propuestas deportivas y culturales a niños, niñas y adolescentes que asisten a merenderos y centros culturales. El proyecto se sostiene en gran parte gracias a los aportes de la Fundación “El Gringo Tosco”, que acompaña activamente con insumos, recursos y apoyo comunitario.
Gracias al compromiso, el esfuerzo y la pasión con la que entrenan cada semana, las chicas participaron del clasificatorio organizado por la Federación Cordobesa de Tenis de Mesa y lograron quedarse con tres de los seis lugares disponibles para representar a Córdoba en Mar del Plata.
En la competencia por equipos, las cordobesas finalizaron en un meritorio 15° puesto nacional. Pero lo más destacado llegó en la competencia individual: Anahí Pedernera obtuvo la medalla de plata, tras una destacada actuación que la llevó hasta la final nacional.
El camino estuvo lleno de desafíos, pero también de apoyos claves. La Fundación les brindó las paletas y zapatillas necesarias para la competencia. Y Renata Almada, entrenadora nacional y fundadora del club «La Red» de Villa Allende, fue una aliada estratégica para que las chicas pudieran mejorar su nivel, conectarse con el circuito federado y cumplir su sueño de estar en los Juegos.
“Es impresionante lo que han logrado. Anahí solo lleva dos meses de entrenamiento conmigo y ya está entre las mejores del país. Tienen una enorme proyección y esto recién empieza”, destacó Renata.
Las tres deportistas formaron parte de la delegación cordobesa y, al igual que sus compañeros y compañeras, vistieron la indumentaria oficial que incluyó pantalón, remera y campera. Vivieron esta experiencia rodeadas de contención, compartiendo momentos únicos con jóvenes de otras provincias, conociendo la playa, el mar y nuevos horizontes que el deporte les abre.

Uno de los momentos más emotivos se vivió durante la final individual: mientras Anahí disputaba el partido decisivo, sus compañeras la acompañaban desde la tribuna y transmitían por videollamada el partido para que toda su familia pudiera seguirlo en vivo desde Córdoba. Una escena simple, pero profundamente simbólica, que resume el espíritu del deporte: esfuerzo, amistad, comunidad y orgullo.
Historias como esta son las que reflejan el verdadero impacto de pequeñas acciones que no siempre se traducen en medallas. Donde el deporte busca llegar a cada rincón, abriendo puertas, generando comunidad y nos recuerda que, con trabajo en equipo y compromiso, los sueños también se entrenan.